Los Toldos, uno de los lugares de la provincia ideales para escapadas y desenchufarse
Las vacaciones de invierno en la provincia de Buenos Aires son la mejor excusa para conocer pueblos que viven con la dinĂ¡mica propia del mundo rural.
La ciudad de Los Toldos es uno de los puntos turìsticos revelados por el diario La NaciĂ³n como destino de "escapada" para fines de semana. Los Toldos, General Viamonte.
Las vacaciones de invierno en la provincia de Buenos Aires son la mejor excusa para conocer pueblos que viven con la dinĂ¡mica propia del mundo rural. La premisa es recargar energĂas para lo que resta del año, y nada mejor que hacerlo en pequeñas localidades donde las actividades se concentran en disfrutar de la tranquilidad campestre, las historias de los lugareños y la gastronomĂa criolla para recuperar sabores perdidos. Los caminos hacia destinos pocos conocidos, alejados de la convulsiĂ³n del mundo y su vorĂ¡gine, invitan a la reflexiĂ³n pero tambiĂ©n a la aventura.
El turismo rural, de naturaleza y gastronĂ³mico, es una puerta a experiencias inolvidables. Se trata de viajes en donde somos protagonistas de nuestra propia pelĂcula. Acaso lo mĂ¡s importante no sea llegar a destino, sino disfrutar del camino con sus paisajes y diferentes desvĂos en donde podemos parar y conocer lugares que estĂ¡n escondidos al costado de la ruta.
La desconexiĂ³n entonces es un hecho y estĂ¡ asegurada. Muchos de los pueblos de este mapa pacĂfico y relajado de Buenos Aires tienen poca señal y entonces son los viejos mapas de papel los que acompañan estas travesĂas que nos devuelven a tiempos donde la intuiciĂ³n era la principal compañera de ruta y vivencias.
Aromas criollos, cielos estrellados, aire puro, sobremesas largas, charlas e historias: las claves de estos viajes donde al final del camino siempre nos espera una tranquera abierta. AcĂ¡, cuatro pueblos para desconectarse en estas vacaciones de invierno.
Dice La NaciĂ³n: Caso particular el de Los Toldos: es la ciudad cabecera de General Viamonte, tiene 14.000 habitantes pero aĂºn conserva el alma de pueblo chico. Este rasgo lo vuelve peculiar y un destino que mezcla fusiĂ³n de culturas, fe y el mejor queso del paĂs. Imposible no visitarlo. Sobre ruta 65, ya en la entrada se presiente otra velocidad en el paso del tiempo. Lentas, y en forma acompasadas, las horas del dĂa se dilatan. El diseño urbano ayuda a descomprimir. Muchos Ă¡rboles, bulevares y amplias veredas, casas bien pintadas y mantenidas, patios prolijos. Todo el mundo saluda y se siente un bienestar viral en el centro cĂvico o en las calles de los barrios perifĂ©ricos. Hace bien caminar por Los Toldos.
Uno de los caminos rurales de Los Toldos. Gentileza Ramiro Sureda
EstĂ¡ marcado por tres hitos: los mapuches eligieron estas tierras en 1860 para morar; el 7 de mayo de 1919 naciĂ³ MarĂa Eva Duarte, Evita para la Humanidad y en 1948 arribaron monjes benedictinos con dos laicos suizos y un año mĂ¡s tarde, la familia Doeswijk llega de Holanda con un tesoro: la receta del queso Gouda.
Primero: a pocos minutos de la plaza, donde flamean nuestro pabellĂ³n con el mapuche, estĂ¡ el pueblo de la tribu Coliqueo, cuyo territorio con sus sitios sagrados, sabores, cultura y artesanĂas se muestran en visitas guidas. Segundo, el Museo Provincial Casa Eva es un lugar de peregrinaciĂ³n internacional donde se muestran aspectos Ăntimos de su vida. Y tercero: desde 2017 se realiza el Festival del Queso, materializando la inmensa tradiciĂ³n lĂ¡ctea de aquellos holandeses y luego criollos que han puesto su vida y corazĂ³n en la producciĂ³n de quesos de excelencia.
La laguna de Los Toldos. Gentileza Ramiro Sureda
El queso estĂ¡ presente en todos los aspectos de la vida diaria de Los Toldos. Se venden en todas partes y se ofrece en las cantinas de los clubes, y en los restaurantes. Hay hospedajes: Don Claudio, o La Cercana de Paula, una casa de campo para seis personas con cocina a leña y hogar dentro de un bosque de 80 años, al lado de La Cercanita, un tambo de ordeñe de cabras. “Invitamos a pastar, ordeñarlas, y a probar esa leche”, afirma Bruno Moran, su dueño.
Tres imperdibles: la centenaria panaderĂa La Blanqueda donde hacen la tradicional galleta de campo, la heladerĂa Don Mario, clĂ¡sica de pueblo, con helados elaborados absolutamente artesanales y en paraje La Delfina, la pulperĂa Isla Soledad.
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